¿EN QUÉ CREEMOS?
Ministerios Bethel acoge las siguientes declaraciones respecto a la verdad. La Biblia es nuestra única y suficiente norma de la fe y práctica habitual. Esta Declaración de Verdades Fundamentales simplemente está destinada a formar una base para el compañerismo entre nosotros (ej.: que todos hablemos lo mismo [1 Corintios 1:10; Hechos 2:42]). No decimos que contiene toda la verdad bíblica, sino que satisface nuestras necesidades en cuanto a estas doctrinas fundamentales. No nos atrevemos a decir que la fraseología usada en esta Declaración de Verdades Fundamentales es inspirada ni que es la obra final acerca de la verdad bíblica. Sin embargo, estamos persuadidos de que es correcta y está de acuerdo con las Sagradas Escrituras para “compilar una historia de las cosas que entre nosotros son muy ciertas” (Lucas 1:1).
Dios
Hay uno y sólo un Dios vivo y verdadero. Él es un Ser inteligente, espiritual y personal. Creador, Redentor, Preservador y Gobernador del universo. Dios es infinito en santidad y todas las demás perfecciones. Dios es todo poderoso y lo sabe todo; y su perfecto conocimiento se extiende a todas las cosas, pasado, presente y futuro, incluyendo las decisiones futuras de sus criaturas libres. A Él le debemos el más elevado amor, reverencia y obediencia. El Dios eterno y trino se revela a nosotros como Padre, Hijo y Espíritu Santo, con atributos personales distintos, pero sin división de naturaleza, esencia o ser. + Leer Más
Palabra de Dios infalible
Creemos que las Sagradas Escrituras, que constan del Antiguo y Nuevo Testamentos, se escribieron por hombres santos e inspirados por el Espíritu Santo, y constituyen la Palabra de Dios revelada al hombre. Son la regla y guía suficiente e infalible para la salvación y toda adoración y servicio cristiano (II Pedro 1:20-21; II Timoteo 3:15-17; I Tesalonicenses 2:13). La Biblia es la Palabra de Dios inspirada, igualmente en todas sus partes y en su totalidad; es completamente sin defecto en los manuscritos originales. Es la revelación suprema proveniente de Dios y concerniente a Dios, superior a la consciencia y a la razón, pero no contrario a ellos; y por lo tanto es nuestra regla infalible en toda manera. Todas las Escrituras se enfocan en el Señor Jesucristo; así que no se puede leer ni entender adecuadamente ninguna porción hasta que le guíen a Él.
El Arrepentimiento
El arrepentimiento es tomar la decisión de apartarse del pecado. No es una condición para la salvación; la fe en Cristo como Salvador es la única condición para la salvación (Juan 3:16; Hechos 16:31; Efesios 2:8-9).
La Salvación
La única esperanza que la humanidad tiene para la redención es por medio de la sangre derramada de Jesucristo, el único Hijo de Dios. La salvación se recibe a través del arrepentimiento hacia Dios y la fe hacia el Señor Jesucristo. Por medio del lavamiento de la regeneración y la renovación por el Espíritu Santo, por gracia siendo justificado por medio de la fe, uno llega a ser heredero de Dios según la esperanza de la vida eterna. La evidencia interna de la salvación es un testimonio directo del Espíritu y prueba externa para todos los seres humanos de una vida de justicia y verdadera santidad (Lucas 24:47; Juan 3:3; Romanos 10:13-15; Efesios 2:8; Tito 2:11; 3:5-7; Romanos 8:16; Efesios 4:24; Tito 2:12).
La salvación es una palabra inclusiva, que reúne en sí todos los actos y procesos redentivos (a saber: justificación, redención, liberación, imputación, santificación, glorificación, etc.). Las palabras en hebreo y griego para "salvación" implican las ideas de liberación, seguridad, preservación, sanidad e integridad. La salvación es por gracia por medio de la fe, una dádiva gratuita y completamente sin obras humanas (Romanos 3:27-28; 4:1-8; 6:23, Efesios 2:8). La salvación queda en tres tiempos:
1. La condición de salvación: La gracia de Dios se ha manifestado, trayendo salvación a todos los hombres por la predicación del arrepentimiento hacia Dios y fe hacia el Señor Jesucristo; el hombre es salvo por medio del lavamiento de la regeneración y la renovación por el Espíritu Santo, por gracia siendo justificado por medio de la fe, y llega a ser heredero de Dios según la esperanza de la vida eterna (Romanos 10:13-15; Lucas 24:47; Tito 2:11; 3:5-7; Efesios 2:8-9).
2. Pruebas de la salvación: La evidencia interna al creyente de su salvación es el testimonio directo del Espíritu (Romanos 8:16). La prueba externa para todos los hombres es una vida de amor incondicional, justicia y verdadera santidad, demostrada por el fruto del Espíritu (Juan 13:35; Gálatas 5:22-23; Efesios 4:24).
3. Resultado final de la salvación: El espíritu del creyente que muere en Cristo va inmediatamente a estar con el Señor (Eclesiastés 12:7; Lucas 23:42-43; II Corintios 5:8).
El Evangelismo
El evangelismo, o sea la comunicación del mensaje de las Buenas Nuevas, incluye una advertencia, una explicación y un llamado. Dicho evangelismo incluye una advertencia a la gente acerca del pecado y las consecuencias del pecado (Juan 16:8; Hechos 24:25; Apocalipsis 20:11-15). Además, incluye una explicación del remedio de Dios para el pecado—el Evangelio (Hechos 8:29-35; Romanos 3:21-26; II Corintios 5:21)—e incluye el llamado claro al arrepentimiento (para que se vuelva del pecado a Dios) y creencia en el Evangelio por la fe (Marcos 1:15; Lucas 13:1-5; Hechos 17:29-31; Romanos 1:17; 10:9-13).
Ordenanzas del Evangelio
1. Bautismo en agua: Creemos que se nos ha mandado a todo creyente el bautismo en agua y que esto es un requisito necesario para continuar a la madurez espiritual. Cuando se hace por fe, es el medio por el cual aquellos que han sido justificados por la fe en la sangre de Jesucristo reciben la circuncisión del corazón, son hechos partícipes en la muerte y resurrección de Cristo, y así son libertados del dominio y reino del pecado. La ordenanza del bautismo es ser sepultado con Cristo y se debe cumplir según las Escrituras, cuando sea posible físicamente, por todos aquellos que se han arrepentido y verdaderamente han creído del corazón en Cristo como su Señor y Salvador. El método del bautismo será por la inmersión. De esta forma declaran al mundo que han muerto con Jesús y que también han resucitado con Él para caminar en novedad de vida. Es la circuncisión del corazón por la fe y la obra del Espíritu de Dios. El bautizarse en agua es tomar una gran responsabilidad porque, al hacerlo, la persona está comprometiéndose eternamente a Dios (Mateo 28:19-20; Hechos 10:47-48; Colosenses 2:11-12).
2. La Cena del Señor: La Cena del Señor, cuyos elementos son el pan y la fruta de la viña, es el símbolo que expresa nuestra participación en la naturaleza divina de nuestro Señor Jesucristo, una conmemoración de Su sufrimiento y muerte, y una profecía de Su segunda venida. Esto se exige de todos los creyentes "hasta que Él venga" (Juan 6:48, 51, 53-57; Lucas 22:19-20; I Corintios 2:11-12).
La Iglesia y el Cuerpo de Cristo
La Iglesia consiste de todos aquellos que creen en el Señor Jesucristo, son redimidos a través de su sangre y son nacidos de nuevo en el Espíritu Santo. Cristo es la Cabeza del Cuerpo, la Iglesia (Efesios 1:22-23), lo cual ha sido comisionado por Él para ir a todo el mundo como testigo, predicando el evangelio a todas las naciones (Mateo 28:19-20). La iglesia local es el cuerpo de creyentes en Cristo que son unidos para la adoración a Dios, edificación en la palabra de Dios, oración, compañerismo, proclamación del evangelio, y cumplimiento de las ordenanzas del Bautismo y la Cena del Señor.
La Resurrección y la Segunda Venida
Habrá una resurrección del cuerpo del justo e injusto; para los primeros, una resurrección a vida (1 Corintios 15:20-23); para los segundos, una resurrección a juicio (Juan 5:28-29).
La segunda venida del Señor Jesucristo es inminente (Hebreos 10:37) y será personal, visible, y premilenaria (Lucas 21:27). Este es el dichoso esperanza del creyente y es una verdad vital lo cual es un incentivo del santo vivir y servicio fiel.
El Matrimonio
Dios creó el matrimonio (Génesis 2:22). Es un pacto hecho entre un hombre y una mujer que los une (Génesis 2:24). El pacto matrimonial requiere que las partes casadas sean fieles, que se amen y que se ayuden el uno al otro mientras los dos vivan (Marcos 10:3-10). Los cristianos no deben casarse con incrédulos (II Corintios 6:14-18). Aquellos a quienes el Señor ha guiado a unirse deben, después de recibir consejos del pastor respecto a lo que Dios requiere de ellos, unirse en matrimonio cristiano (Malaquías 2:13-16; Mateo 5:32; 19:5-6, 9; Romanos 7:2-3; I Corintios 7:10-11, 15; II Corintios 6:14; Efesios 5:22-23).
La iglesia observa la ceremonia de matrimonio como santa y apartada para el Señor. Es una ceremonia religiosa y no se puede celebrar en esta iglesia sin la consideración pastoral. Cualquier pareja que desee celebrar su boda en esta iglesia debe someterse primero a la consejería pastoral aprobada por esta iglesia. La pareja también debe tener un estilo de vida conforme a los puntos de vista doctrinales de esta iglesia.